CONÓCEME…
María Fernanda Flórez, 26 años.
Boyacá, Colombia.
Crecí en Boyacá, una tierra de clima frío, rodeada de imponentes montañas y de gente trabajadora y perseverante. Desde pequeña, aprendí a valorar el esfuerzo y la sencillez que caracterizan a mi tierra. A la edad de 8 años, mi familia y yo nos mudamos a Yopal, Casanare, un cambio que marcó mi vida, llevándome de los paisajes fríos de Boyacá a los llanos y atardeceres cálidos del Casanare.
Disfruto el arte y la creatividad a través del crochet y la pintura en acuarela. Valoro profundamente el tiempo en familia, las amistades y conocer nuevas personas.
Me fui adaptando a la vida en Yopal, donde también culminé mis estudios escolares. Sin embargo, mientras crecía, una profunda sensación de vacío se hacía evidente en mi interior; sabía que necesitaba ser saciada por algo que nada en este mundo podía ofrecerme.
Y sin que yo lo notara, Dios ya estaba obrando silenciosamente en mi camino, preparando mi corazón para el día en que Él mismo se revelaría a mi vida y la llenaría por completo.
Mi Familia
Mi familia fue el canal por el cual el Señor comenzó a obrar en mi vida. En medio de una dificil y dolorosa crisis matrimonial entre mis padres, que dejó una marca profunda en nosotros, el Señor se reveló a nuestra familia. Justo cuando pensábamos que todo estaba perdido, Su gracia obró con fuerza, demostrando que donde nosotros veíamos un final, Él ya había preparado un nuevo comienzo.
UN NUEVO COMIENZO!
Conforme pasaba el tiempo, el deseo que el Señor había puesto en mi corazón de conocerle crecía cada vez más. Fui participando en diversos campamentos, donde el Señor seguía obrando en mi vida, avivando mi fe y mostrándome Su propósito. El último de esos campamentos fue precisamente aquí, en el instituto, y fue allí donde comenzó a nacer en mí el llamado de prepararme. En ese entonces, me encontraba estudiando Administración de empresas, alcance a graduarme de un título, pero durante esa etapa el Señor inquietó mi corazón de una manera tan clara que no pude ignorarlo. Movida por el anhelo de seguir un llamado eterno, tomé la decisión de dejar mi carrera y entregar mi vida por completo al servicio de Su obra y venir a prepararme.
SERVICIO…
El Señor, en Su gracia, me ha permitido guiar y sembrar Su verdad en los niños y mujeres de mi congregación y en comunidades, llevando Su evangelio y mostrando Su amor de manera tangible.